Es una pavada y no hay más truco que la paciencia e ir de a poco.
Para empezar, en un BOWL (tamaño de postre o sopa, no les recomiendo usar ni taza ni vaso, sino un bowl que tenga una boca lo suficientemente amplia para poder remover cómodamente y poder ver tanto en la superficie como en el fondo como está quedando el Glasé a medida que lo preparamos), REDONDO (ni cuadrado, ni otras formar raras, para poder revolver bien) ponemos la cantidad de Azúcar Impalpable que queremos usar y el líquido (que puede ser Agua, Leche o Jugo de algún Cítrico) lo vamos a incorporar de a muy poquito. Al principio echamos UN CHORRITO del líquido y con un TENEDOR revolvemos para integrar (sí, les recomiendo usar un tenedor, y no una cuchara porque, en mi experiencia, los dientes del tenedor ayudan a integrar más rápido y mejor el Azúcar y el líquido). A medida que vamos revolviendo y el líquido se va absorbiendo, vamos agregando de A GOTITAS el líquido que va haciendo falta hasta conseguir una textura que nos guste. A mi, personalmente, me gusta que quede tipo untable, bien denso, pero si lo quieren más fluído para no hacer una capa gruesa, simplemente agregan más líquido.
Pero insisto, siempre el líquido de a gotas, no de a chorros, aunque tarden un poco más, es la mejor manera para no pasarse.
Y si se pasaron. Bueno, otra vez será, le agregan, de la misma manera, de a poquito, de a cucharadas de Azúcar Impalpable y revuelven, hasta lograr la densidad que les guste.
Ni bien el Glasé está listo, lo reparten sobre la Torta o Budín. Yo uso una cuchara y voy echando de a poco, así controlo como va cayendo (para que no se haga una sopa en la base de la Torta por exceso de Glasé) y también, al repartirlo de a poco, me aseguro de cubrir toda la superficie de la Torta o Budín.
Finalmente lo dejo secar un poco a temperatura ambiente y ese es todo mi secreto.